LESIONES POR SOBRECARGA EN EL MUSLO
PUBALGIA
Dentro de la patología deportiva es conocida la
pubalgia como una lesión típica del futbolista, aunque también se presenta en
otros deportistas como son jugadores de balonmano, de hockey, de fútbol-sala,
marchadores, etc..
Es una afectación de origen microtraumático, por
sobreesfuerzos de repetición, que afecta en una primera etapa a la función de
los distintos grupos musculares implicados, a continuación a la unidad
tendinosa de dichos músculos y puede llegar a alterar al hueso. Cada vez afecta
con más frecuencia a deportistas jóvenes, entre 19 y 25 años, debido a que las
exigencias de los resultados alcanzan a edades más tempranas, al aumento de la
intensidad de los entrenamientos, así como al número de los mismos y de las
competiciones.
CONCEPTO
Es un cuadro complejo por lo que existe cierto grado
de confusión a la hora de denominarlo, como lo demuestra el hecho de que en la
literatura médica se encuentran hasta 39 diferentes denominaciones que se refieren
a una misma patología. Entre otras podemos citar:
-
Pubialgia de los esgrimistas (Spinelli, 1932)
-
Osteopatía dinámica del pubis (Cabot, 1963)
-
Ingle dolorosa del futbolista (Naves, 1965)
-
Enfermedad pubiana (Durey y Boeda, 1980)
Todas ellas basan su denominación en
criterios etiológicos, epidemiológicos, anatomopatológicos, clínicos y
radiológicos; intentando presentar una patología que tiene su asiento en la
encrucijada pubiana, de ahí su nombre genérico de pubalgia, y que puede
definirse como un síndrome doloroso, de etiología traumática, desencadenado por
el ejercicio, de presentación variable y que puede dejar una impronta ósea, por
eso también se ha denominado como necrosis ósea aséptica, provocada por una
tendinitis crónica de la inserción en el pubis de los músculos aductores de la
cadera.
FISIOPATOLOGÍA
En el fútbol esta lesión parece
estar, principalmente, en relación con las solicitaciones mecánicas que se
producen sobre el pubis en el momento del chut. Este gesto deportivo se puede
descomponer en tres fases:
- Fase
de preparación. Se produce flexión de la rodilla, rotación externa del
pie, extensión y abducción de la cadera, y extensión del tronco.
- Fase
de impulso. En décimas de segundo se pasa a una extensión brusca de
rodilla con rotación interna del pie, aducción y flexión de cadera, y
flexión del tronco.
- Finalmente
existe una fase de frenado. Se produce una rotación interna y aducción
brusca de la cadera, junto con una intensa contractura abdominal para
compensar el desequilibrio del tronco.
Este acto reiterativo en dicho deporte, condiciona
un estrés entre el esfuerzo y la capacidad de adaptación a nivel de las
inserciones tendinosas en la encrucijada del pubis y puede provocar a la larga
una lesión por sobrecarga. Además hay que añadir que existe un desequilibrio
manifiesto entre la potencia de la musculatura aductora y la abdominal (menos
potente), cuyas inserciones musculares contrapuestas convergen en la sínfisis
del pubis a modo de aspas de molino.
En resumen, el mecanismo lesional parece ser que
consiste en un desequilibrio muscular a nivel de la encrucijada púbica
descompensado por la situación de estrés que se produce en determinados
deportes, especialmente en el fútbol.
Aunque, tal y como se ha descrito,
el fútbol es un deporte que reúne todos los “ingredientes” favorables para la
presentación de una pubalgia, es preciso hacer constar que existen una serie de factores
predisponentes y desencadenantes que pueden intervenir en la fisiopatología del
cuadro.
Entre los factores predisponentes se pueden
citar:
- Acción
agonista-antagonista de la musculatura. En la sínfisis
del pubis se establece una comunicación auténtica entre los músculos que
se insertan por arriba (piramidal, recto anterior y oblicuo mayor del
abdomen) y los que lo hacen por abajo (aductores y recto interno), que
hacen que esta zona esté sometida a fuerzas dispares que en determinadas
situaciones pueden ser causa de patología.
- Características
vasculares específicas de la región pubiana. Existe una
vascularización precaria en la cara interna de la sínfisis púbica, lo que
hace que esta zona más vulnerable a los microtraumatismos.
- Acción
hipertrófica aductora. Si por el propio gesto deportivo o por
defectos de entrenamiento se hipertrofia la acción de los aductores o se
disminuye la de los abdominales, especialmente los oblicuos, se produce un
desequilibrio muscular que iniciaría el proceso.
- Debilidad
de la pared abdominal. Bien de forma congénita o adquirida,
la presencia de una pared abdominal débil, de localización casi
exclusivamente en el canal inguinal, tiene para algunos autores una
importancia fundamental.
- Acciones
concretas de algunos deportes. En el salto, la
carrera, tocar el balón con la cara interna del pie y la finta, la
sínfisis del pubis se mueve hacia arriba, abajo e incluso sufre
rotaciones, que producen un auténtico cizallamiento. En el fútbol, hay que
añadir que cuando se efectúa el chut se produce un apoyo monopodal
contralateral, así como una aducción, extensión, rotación interna de la pierna
de golpeo que hace que este movimiento de cizallamiento se encuentre
aumentado. A estos complejos movimientos hay que añadir que el jugador de
fútbol suele tener una lateralidad definida, que hace que golpee a la
pelota casi siempre con la misma pierna; y que además del mencionado
golpeo, también puede oponerse la pierna de un contrario, el estado del
terreno, el peso del balón mojado, etc., aspectos que favorecen la
sobrecarga de la musculatura aductora y su transmisión a la sínfisis del
pubis.
Entre los factores favorecedores cabe
destacar:
- Inclinación
de la pelvis, por dismetrías en extremidades inferiores.
- Anteversión
pélvica. Un estudio sobre cadáveres demuestra la
relación lineal entre el aumento del ángulo de inclinación del sacro y el
aumento de las tensiones en la sínfisis pubiana.
- Hiperlordosis
lumbar.
- Isquiosurales
cortos. Su presencia aumenta el cizallamiento en el
pubis al impedir un buen gesto técnico en el chut.
- Estado
del terreno. Tanto si son duros (se favorecen los
microtraumatismos por la poca amortiguación) como si se encuentran húmedos
y embarrados (aumenta el trabajo de los aductores al estar resbaladizo,
aumentar el peso del balón y la necesidad de elevar el mismo).
- Demarcación
y características del juego. Defensas y centrocampistas (por los
desplazamientos largos del balón), así como los sacadores de faltas y
córners son los más afectados por esta patología.
- Defectos
o errores en el entrenamiento. Falta de
potenciación de los abdominales y/o de estiramientos adecuados.
- Mala
rehidratación.
- Profilaxis
inadecuada desde la infancia y adolescencia. La pelvis es
asiento de potentes músculos por lo que la educación desde la infancia de
este conjunto óseo y muscular se hace imprescindible.
CLÍNICA
Según la localización anatómica del
dolor, que es el principal signo guía de esta lesión, se pueden distinguir tres
cuadros clínicos:
Síndrome de los aductores. La patología puede
asentar en la inseción del tendón en el hueso (entesitis), en el propio tendón
(tendinitis) o en la unión músculo tendinosa. Generalmente suele haber una
historia de sobrecarga previa y se presenta de forma secuencial, con molestias
paulatinas que se desencadenan con el ejercicio.
El síntoma fundamental es el dolor
de localización inguinal o peri-inguinal, que puede irradiarse a cara
anterior o interna del muslo y que aumenta por diferentes gestos que se pueden
dar en la práctica del fútbol, como el pase con el interior del pie y la
carrera con aceleraciones, cambios de ritmo o salidas explosivas.
Como signos más destacados se pueden
citar:
Dolor a la palpación en la porción
superior del aductor mediano, sobre todo en el tendón y en su inserción en el
pubis.
Dolor a la aducción resistida, que consiste en la aparición de un dolor vivo, al realizar la
aducción activa de ambos muslos contra resistencia.
Dolor a la abducción forzada, bien sea activa o
pasiva, por el propio estiramiento de los aductores que en fases avanzadas
lleva al deportista a decir frases como: “me duele al ponerme los pantalones” o
“me cuesta entrar en el coche”.
Síndrome inguino-abdominal. Mucho menos frecuente
que la forma clínica anterior. Su síntoma principal es el dolor de
localización suprapúbica, que se irradia a lo largo del recto anterior del
abdomen o del conducto inguinal y que aumenta con las maniobras que aumentan la
presión abdominal como la tos o el estornudo.
Osteoartropatía pubiana. Esta forma clínica no suele presentarse de
forma primaria y tiene como síntoma principal el dolor localizado en la
sínfisis pubiana que se irradia hacia abdomen, cara superior de muslos y
periné.
HISTORIA NATURAL
Cuando el cuadro se deja a su
evolución se pueden describir los siguientes estadíos:
- Fase
inicial. Suele haber una afectación unilateral (del
lado con el que se golpea el balón) que suele corresponder al síndrome de
los aductores. A veces el dolor desaparece con el calentamiento y
reaparece al terminar la práctica deportiva, por lo que en caso de jugar
un partido tiene dificultad al reanudar el segundo tiempo.
- Segunda
fase. Hay una afectación bilateral, con dolor y contractura en ambos
aductores, más manifiesta al finalizar la práctica deportiva.
- Tercera
fase. Al proceso anterior se añaden los síntomas abdominales
correspondientes al síndrome inguino-abdominal, por lo que puede haber una
gran dificultad para la práctica deportiva. Llegado este caso hay una
necesidad absoluta de reposo.
- Fase
crítica. La afectación es doble y el dolor se puede
irradiar a toda la cintura pélvica y a la musculatura lumbar, pudiendo
verse comprometida la realización de actividades de la vida diaria en las
que se fuerza la retroversión de la pelvis, tales como caminar por un
terreno irregular, subir escalones altos, la defecación e incluso hacer el
amor en determinadas posiciones. Este estadío obliga a un tratamiento
intensivo y en ocasiones conduce a la cirugía.
DIAGNÓSTICO
El diagnóstico se basa
fundamentalmente en la anamnesis y en la clínica, pudiéndose
apoyar en las siguientes exploraciones complementarias:
·
Las alteraciones radiológicas suelen presentarse con cierto retraso
sobre las manifestaciones clínicas, ya que su evolución no es paralela a la
clínica, y son más manifiestas en la mitad inferior o en los dos tercios
inferiores de la sínfisis del pubis.
- La gammagrafía
ósea con Tecnecio99 muestra una hipercaptación y aunque es
la prueba que se positiviza más precozmente (3 semanas antes que la
radiología), no parece que su realización sea estrictamente necesaria,
aunque puede servir para valorar la evolución ya que esta prueba sí es
paralela a la clínica.
- La resonancia
magnética nuclear permite localizar y valorar la existencia de
lesiones en las ramas óseas, así como la afectación de los tendones de los
músculos implicados.
TRATAMIENTO
El tratamiento puede ser de dos tipos: conservador o
quirúrgico. Sólo en un 4-5% de los casos es preciso recurrir a la intervención
quirúrgica, siempre y cuando el tratamiento conservador se realice de forma
adecuada. El tratamiento conservador, dependiendo del estadío clínico en
que se encuentre el deportista, puede dividirse en tres fases.
Primera fase. Encaminada a eliminar la inflamación y, por
consiguiente, calmar el dolor. Los métodos a emplear son:
- Reposo
deportivo total o relativo. El reposo es imprescindible y el error
es probablemente que aunque se prescribe, el deportista no guarda dicho
reposo y continúa su actividad deportiva. La duración es variable, según
la gravedad de la lesión, pudiendo ir desde 2-3 semanas hasta 4-6 meses.
El reposo en la mayoría de los casos será relativo, es decir, se permitirá
hacer actividades que no agraven los síntomas tales como bicicleta
estática o un poco de carrera continua, y evitar movimientos perjudiciales
tales como: perseguir al contrario para quitarle el balón (por los
continuos cambios de dirección), regatear con cambio de dirección, centrar
el balón y chutar.
- Medicación. Se
pueden prescribir antiinflamatorios no esteroideos por vía general durante
un mínimo de 15 días y miorrelajantes, que buscan disminuir la inflamación
y reducir la contractura dolorosa de la musculatura. Las infiltraciones
locales con corticoides pueden ser útiles.
- Termoterapia. Se
utiliza el calor por sus propiedades analgésicas y relajantes. Se puede
aplicar mediante microondas o mediante técnicas más superficiales
(infrarrojos, hot-packs, baños calientes). Su empleo es fundamentalmente
al principio de las sesiones de tratamiento.
- Electroterapia. Los
ultrasonidos son de gran aplicación por sus propiedades térmicas a nivel
profundo y sus excelentes resultados en patología tendinosa. Otras
técnicas como las corrientes de baja y media frecuencia, los TENS y la
iontoforesis pueden ayudar a la mejoría de los pacientes, pero sus efectos
son muy variables.
- Masoterapia. Se
aplica un masaje suave de descarga muscular como complemento de las
técnicas anteriores.
- Manipulaciones. Se
han descrito distintas técnicas de manipulación a nivel de la articulación
de la sínfisis del pubiana con buenos resultados, siempre que se realicen
por personal con suficiente experiencia.
- Crioterapia. La
aplicación de frío (hielo o coldpack) sobre el tendón doloroso es un
método simple y eficaz como antiálgico, antiinflamatorio, y
descontracturante, sobre todo si se aplica inmediatamente tras el esfuerzo
deportivo, al finalizar la sesión de tratamiento e incluso posteriormente.
Se recomienda su aplicación durante un máximo de 20 minutos o en tres
periodos de 8 minutos con 2 minutos de descanso.
No se recomienda la realización de ejercicios de
potenciación de la pared abdominal concéntricamente, ya que su ejecución
implica siempre una actividad eléctrica en los aductores recogida mediante
electromiograma. En cambio, el trabajo isométrico de abdominales, abductores y
aductores si puede ser recomendable en series de 10 ejercicios con 10 segundos
de contracción y otros 10 de reposo.
Segunda fase o de readaptación músculo-tendinosa. Va
encaminada a buscar un equilibrio entre todos los grupos musculares que
participan y a mantener la mejor amplitud articular posible en las
articulaciones que intervienen. Una sesión de tratamiento puede incluir:
- Cinesiterapia. Se
realiza una sesión diaria de ejercicios de potenciación muscular y de
reeducación muscular global, evitando todos aquellos en los que el
lesionado manifieste molestias en su ejecución, procurando aumentar el
número y la dificultad de los mismos según van pasando los días. Al
principio se realizan ejercicios de cinesiterapia activa libre indoloros y
de muchas repeticiones con el objetivo de incrementar el riego sanguíneo
(de 2-4 series con 15-30 repeticiones). Posteriormente, también se deben
realizar ejercicios excéntricos para fortalecer el tendón afecto.
- Ejercicios
de estiramiento. Con ellos se pretende conseguir una
elastificación del tejido lesionado y el estiramiento y alargamiento de
estructuras acortadas que puedan provocar desordenes biomecánicos. Pueden
practicarse tan pronto como haya remitido el dolor. Interesa estirar los
aductores, los isquiosurales, el psoas y el recto anterior. Se pueden
realizar mediante: estiramientos estáticos, estirando los músculos de
forma pasiva hasta conseguir su máxima longitud, mantener unos 10 segundos
en dicha posición y relajar durante 3-4 segundos; también mediante el
método de facilitación neuromuscular propioceptiva (PNF), estirando el
músculo hasta el máximo y solicitando entonces una contracción isométrica
del mismo durante 6 a 8 segundos, máxima si es posible, y tras 2-5
segundos de relajación, se estira un poco más el músculo y se vuelve a
repetir el proceso; la tercera modalidad es la denominada por Busquet de
“posturas excéntricas”, que no son otra cosa que posturas donde se
mantiene un estiramiento muscular durante un periodo más largo de tiempo.
Dicho autor afirma que los músculos puestos en tensión durante varios
minutos (entre 2 y 5) de manera constante se fatigan y abandonan la tensión
excesiva que tienen al estar acortados y es entonces cuando mejor pueden
alargarse y recuperar su longitud. Recomienda que su ejecución sea tras el
entrenamiento.
- Masoterapia. Su
acción es eficaz para mejorar el metabolismo celular y la elastificación
del tejido afecto. En caso de tensión, sobrecarga o contractura musculares
se realizará un masaje descontracturante profundo y técnicas de
amasamiento. Antes y después de estas maniobras más “agresivas” se deben
realizar unas más suaves de preparación y relajación. Este tipo de masaje
no siempre se puede aplicar, dependiendo del tipo de individuo y del
estado de la lesión. La fricción transversa profunda o masaje tipo Cyriax
se puede realizar en caso de tendinitis o entesitis de la musculatura
pubiana. Con este masaje se busca evitar la posible formación de
adherencias en la zona, mantener la elasticidad del tejido lesionado y
obtener una hiperemia traumática.
- Hidrocinesiterapia. La
inmersión en agua caliente (34-35ºC) procura un beneficio sedante y puede ser
un buen complemento en las sesiones de tratamiento porque facilita la
realización de ejercicios de movilización activa.
- Crioterapia. Con
la aplicación de hielo se termina cada una de las sesiones de esta fase.
Tercera fase o de reinicio al entrenamiento. Va
encaminada a adaptar al futbolista a la práctica deportiva en su nivel
habitual, por lo que se recomienda: .
Programa
de ejercicios de potenciación anterior
Plan de entrenamiento adaptado:
Primera semana: carrera continua + estiramientos
Segunda semana: circuito de ejercicios + carrera con
cambios ritmo + estiramientos
Tercera semana: ejercicios de velocidad + contacto con balón y
posteriormente golpeo de balón (evitando al principio hacerlo con el interior
del pie).
Crioterapia. Al terminar el entrenamiento.
Quirúrgico
El tratamiento quirúrgico está
indicado cuando existe un fracaso del tratamiento conservador, es decir cuando
el dolor vuelve a hacerse patente al poco tiempo de reanudar su actividad
deportiva, tras haber cedido con el tratamiento conservador, o cuando las
molestias lleven largo tiempo de evolución y exista una disminución en el
rendimiento deportivo del futbolista.
Actualmente se tiende a realizar una
técnica combinada consistente en:
- Sección
de los aductores, para tratar la entesitis.
- Cierre
del anillo inguinal, para restablecer el equilibrio muscular.
- Perforaciones
óseas en pubis, para reactivar la reconstrucción del hueso deteriorado.
A las 5 semanas: se puede incorporar al
entrenamiento, de forma progresiva, y siempre que la contracción resistida de
los aductores sea indolora.
PREVENCIÓN
La prevención debe empezar desde
edades tempranas (infantiles, cadetes, juveniles) para lo que se deben
establecer una serie de medidas entre las que cabe citar:
- Estudio
médico-deportivo para descartar la presencia de alteraciones ortopédicas,
problemas de la estática y detectar puntos débiles a nivel muscular y de
flexibilidad.
- Adecuada
preparación física para evitar desequilibrios musculares y mala
flexibilización articular, por lo que sería conveniente establecer un plan
de trabajo plurianual que asegure una potenciación muscular correcta,
tanto de los agonistas como de los antagonistas, y la práctica de
ejercicios de estiramiento muscular.
- Evitar
errores de entrenamiento: sobrecargas de trabajo, mala dosificación de los
mismos, inadecuados períodos de recuperación.
- Enseñar
el gesto técnico correcto y propiciar un trabajo bilateral.
- Adoptar
correctas medidas dietéticas, en particular las referentes al aporte
hídrico.
- Uso de calzado apropiado
según el estado del terreno y mejorar las superficies de la práctica
deportiva, para evitar en la medida de lo posible la transmisión de ondas
vibratorias a lo largo de los músculos aductores.
SÍNDOME CINTILLA
ILIOTIBIAL O RODILLA DEL CORREDOR
El síndrome de la cintilla iliotibial también se
denomina “rodilla del corredor” porque este cuadro afecta a muchos corredores
de larga distancia. Sin embargo no se restringe a los corredores y se sabe que
afecta a otros deportistas que practican actividades que implican flexión de la
rodilla, como el ciclismo, el fútbol, el tenis, el fútbol americano y el esquí.
La aponeurosis femoral o bandeleta iliotibial es la
porción más engrosada de la fascia lata, que recorre la cara lateral del muslo
y se inserta en el tubérculo de Gerdy de la tibia. Se trata de un cuadro
doloroso despertado por la fricción repetitiva de la fascia lata sobre el
epicóndilo externo del fémur en los movimientos de extensión y flexión, dado
que en flexión la bandeleta está en la parte posterior del cóndilo externo,
mientras que en extensión se sitúa en la parte anterior. A 30º de flexión de la
rodilla, la bandeleta está en contacto íntimo con la cúpula del cóndilo
externo. En muchas ocasiones se acompaña de la inflamación de una pequeña bolsa
existente entre el tendón y el hueso.
ETIOLOGÍA
La
excesiva tensión de la fascia, un genu varo, una excesiva pronación del pie que
conlleve una excesiva rotación interna de la tibia, subir y bajar escaleras, o
la carrera sobre superficies inclinadas lateralmente, como las carreras en
pista cubierta o la maratón cuando se corre por los laterales de una calzada,
son factores predisponentes. Este cuadro también puede ser secundario al empleo
de un calzado con la parte lateral de la suela desgastada, un cambio en la
pauta habitual de los movimientos de la rodilla durante la carrera por correr
sobre superficie muy dura (asfalto) o muy blanda (terreno embarrado), en
fuertes pendientes (carrera de montaña) o sencillamente por aumentar la
intensidad de los entrenamientos.
DIAGNÓSTICO
La clínica es un dolor en el
compartimento externo de la rodilla de aparición progresiva durante el
transcurso de la carrera y que obliga a parar al deportista. Su intensidad
aumenta con las irregularidades del terreno y corriendo cuesta abajo.
La palpación de la cintilla sobre el
epicóndilo desencadena dolor, incluso con crepitación, especialmente cuando se
realiza flexo-extensión a los 30º. También puede existir dolor en la inserción
de la fascia en el tubérculo de Gerdy de la tibia.
El dolor
puede desencadenarse haciendo ejercicios repetidos de flexión/extensión (al
pasar por los 30º-40º) con apoyo unipodal. También puede producirse cuando se
alcanzan los 30º de flexión al realizar la extensión pasiva de la rodilla,
desde los 90º de flexión, y se efectúa una presión digital a nivel del cóndilo
externo, 2 a 3 cm por encima de la interlínea articular.
Las exploraciones complementarias (radiografía simple, ECO, RMN) suelen ser normales.
TRATAMIENTO
El
tratamiento conservador consiste en corregir los factores predisponentes,
administrar AINES, reposo deportivo relativo, electroterapia, así como
ejercicios de estiramiento de la cintilla iliotibial, del tensor de la fascia
lata y de los rotadores externos de la cadera.
El reposo deportivo relativo se
refiere a efectuar un “descanso activo” de la lesión sustituyendo la carrera
por marcha rápida, bicicleta situando el sillín lo suficientemente alto para
evitar flexiones de rodilla mayores de 30º, o natación evitando el estilo braza
por su patada flexora de rodilla.
En casos rebeldes puede precisarse la infiltración
local de corticosteroides e incluso el uso de la cirugía, si el dolor persiste más de 6 meses.
PREVENCIÓN
La prevención pasa por evitar la presencia de factores predisponentes
de la lesión:
- Revisar
los elementos que pueden interferir en la biomecánica de la carrera, desde
el calzado hasta el desarrollo de la zancada, pasando por la presencia de
dismetrías de miembros inferiores. Igualmente se recomienda realizar un
estudio dinámico de la marcha y valorar la conveniencia del uso de
plantillas.
- Revisar
el terreno por el que se corre, especialmente los lados inclinados de
carreteras o caminos, y evitar las cuestas durante un tiempo prudencial.
- Efectuar
estiramientos antes y después de la práctica deportiva.
TENDINOSIS ROTULIANA O RODILLA
DEL SALTADOR
Fueron Blazina
y cols quienes en 1973 acuñaron por primera vez el término “rodilla del
saltador” (jumper’s knee), ya que observaron una mayor incidencia de esta
patología en aquellos deportes donde el aparato extensor de la rodilla
necesitaba realizar de forma repetitiva movimientos súbitos y explosivos de
extensión o flexión excéntrica, como por ejemplo: voleibol, baloncesto, fútbol,
tenis o carrera de campo a través, entre otros.
Se trata de
una lesión cuyo origen está en el sobreuso. En los últimos años ha habido un
aumento de los casos de tendinopatía rotuliana, probablemente porque los
deportistas de hoy están sometidos a regímenes de entrenamiento más intensos y
prolongados para conseguir un mayor rendimiento deportivo.
El
cuadro es dos veces más frecuente en el sexo masculino. Junto con la rotura del
LCA es uno de los más temidos problemas del deportista profesional.
El
tendón rotuliano no es más que una expansión de las fibras del cuádriceps, que
se extiende desde el polo inferior de la rótula hasta la tuberosidad tibial.
Sus dimensiones son, aproximadamente, de 4-5 cm de longitud, 3 cm de anchura en
su parte superior y 2 cm en su parte inferior, con un grosor de alrededor de 5
mm. La dirección es oblicua formando un ángulo, ángulo Q, con el eje del fémur.
El tendón está envuelto por un paratendón bien vascularizado.
Bajo el nombre
de rodilla del saltador se agrupan una serie de problemas entre los que podemos
distinguir:
- Paratendinitis. Son poco frecuentes y suelen corresponder a un espesamiento de la vaina tendinosa.
- Entesitis de inserción del polo inferior de la rótula (localización más frecuente) y de la inserción tibial.
- Tendinosis del cuerpo del tendón. Es poco frecuente su presentación.
ETIOLOGÍA
La
tendinosis rotuliana es un problema relacionado con el sobreuso, en especial
con las acciones deportivas de salto. Lo que no se sabe con exactitud es si la
lesión está primariamente causada por el despegue del salto o por el contacto
con el suelo. Lo que si se ha puesto de manifiesto es que los individuos con
más riesgo son aquellos en los que se objetiva mayor capacidad de rendimiento
en los tests de valoración específica de salto, de potencia y de fuerza, y los
que tienen mayor peso corporal. Sin embargo, las mismas acciones de sobrecarga
no comportan el mismo riesgo de desarrollo de patología en diferentes
deportistas. Ello induce a pensar la presencia de una serie de factores de
riesgo (intrínsecos y extrínsecos) que facilitan la presentación del cuadro.
Entre los factores
intrínsecos deben mencionarse:
·
Las alteraciones
anatómicas o biomecánicas, tales como el desequilibrio de potencia (una reducción de fuerza excéntrica sin
déficit de la concéntrica en los sujetos con tendinosis unilateral; o una
reducción de ambos tipos de trabajo en los sujetos con tendinosis bilateral) y
de flexibilidad alrededor de ciertas articulaciones (dinámica articular de
rodilla y tobillo durante el salto), una patela alta (que incrementa las
fuerzas transmitidas al tendón), la mala alineación (ángulo Q superior a 15º,
que aumenta la excentricidad de las fuerzas que se aplican sobre la rótula
aumentando el estrés), las dismetrías de los miembros inferiores o las
deformidades de los pies (planos o cavos).
·
Las deficiencias
en la técnica de salto.
Como factores
extrínsecos se relacionan con la
incidencia de rodilla del saltador:
·
Los errores
de entrenamiento, que incluyen el exceso en el incremento de la intensidad,
la aceleración, la duración y, especialmente, la frecuencia de la actividad
deportiva.
·
Las superficies
de entrenamiento y competición. Un terreno duro es mucho más peligroso
DIAGNÓSTICO
CLÍNICA
El cuadro
clínico de la rodilla del saltador, se caracteriza por dolor en la cara anterior de la
rodilla, justo por debajo de la rótula, que se agrava con el salto y carrera.
El dolor puede aparecer después de un intenso entrenamiento o
actividades especiales como los levantamientos de peso o tras ejercicios
pliométricos. Otras veces solo refieren un comienzo gradual sin antecedente
traumático específico, pudiendo estar presente en reposo, y a veces, por la
flexión prolongada de la rodilla.
El origen
del dolor en la tendinopatía no está claro, pero cada vez hay más pruebas en
contra del origen inflamatorio del dolor, en cambio ganan fuerzas las teorías
de la activación de receptores del dolor peritendinosos.
La progresión
de los síntomas puede evolucionar en tres fases:
Fase I: dolor solo después de la actividad.
Fase II: dolor al inicio del ejercicio, desaparece tras el
calentamiento y frecuentemente reaparece tras el ejercicio.
Fase IIIa: dolor constante que se mantiene durante la
actividad sin mermar su nivel competitivo.
Fase IIIb: dolor durante la actividad impidiendo un
rendimiento deportivo normal. Tras esta fase puede llegarse a la degeneración
del tendón y su rotura.
En
ocasiones el paciente refiere una sensación de inseguridad en la rodilla
con los términos de “rodilla floja” y que “se le va”. A menudo los pacientes
suelen describir otros síntomas, como el dolor al descender las
escaleras, conducir un automóvil o permanecer sentado con la rodilla flexionada
durante un período prolongado (signo del teatro).
Las maniobras
de flexión forzada de la extremidad así como la extensión contrarresistencia
desencadenan dolor.
EXPLORACIONES COMPLEMENTARIAS
En el caso
de que exista una sospecha de una miniruptura, la RNM es la exploración de
elección, así como en los de duda de la exploración ecográfica.
TRATAMIENTO
CONSERVADOR
Las pautas
principales en las que se basa el tratamiento conservador son:
Reducción
de las cargas de trabajo. Es
poco frecuente que el tendón necesite reposo absoluto, ya que el reposo
diminuye la resistencia del tendón, por lo que será preciso reducir las cargas
de trabajo, hasta encontrar la carga “no lesiva”, ya que la capacidad de la
unidad musculotendinosa está reducida por el dolor. Por otro lado, ha de
mantenerse el nivel de forma física del deportista, para ello se deben
planificar actividades que no signifiquen
estrés para el tendón: ciclismo, carrera en agua, etc.
Mejora
de la función musculotendinosa. Una
vez el dolor ha disminuido, se ha de realizar trabajo de elasticidad y de
fuerza. El ejercicio excéntrico ha demostrado ser beneficioso en las
tendinopatías rotulianas ya que promueve la formación de nuevas fibras de
colágeno y colapsa la red de neovasos formados alrededor del foco de lesión. En
general, el entrenamiento excéntrico de la fuerza se recomienda durante un
mínimo de 12 semanas. La selección y progresión de ejercicios excéntricos
dependerá de la tolerancia individual de la actividad. Los pacientes deben
realizar estos ejercicios a pesar del dolor desencadenado por ellos, salvo que
sea demasiado intenso.
Mejora
de la capacidad de absorción en el impacto de la extremidad inferior. En cadena cinética cerrada, la rodilla y su
aparato extensor es la segunda estructura que absorbe la energía del impacto.
El tobillo, el pie y la musculatura de la pierna son el primer punto de amortiguación
después del contacto con el suelo. Por lo tanto, cualquier compromiso en la
función de estas últimas estructuras aumenta a carga en la rodilla. La
rehabilitación tiene que corregir las limitaciones del balance articular del
tobillo y el déficit de fuerza del tríceps sural.
Otras
medidas. Los estiramientos
deben formar parte del programa de rehabilitación. Dos músculos requieren
especial atención: los isquiosurales, y el tríceps sural, ya que su falta de
elasticidad limita el balance articular del tobillo y, por lo tanto, disminuye
la capacidad de absorción de impactos.
Hay pocas evidencias de que el uso de agentes
electrofísicos mejore la clínica de las tendinopatías.
Las ondas de choque pueden ser una alternativa a
tratamientos en procesos crónicos, si bien debido a su elevado coste no debe
utilizarse de rutina, eligiéndose cuando el tratamiento conservador haya
fracasado previamente.
La crioterapia es efectiva para disminuir el dolor.
Su aplicación (20 minutos cada 3-4 horas) a través de una toalla mojada parece
ser efectiva.
Los AINE disminuyen el dolor en las tendinopatías y
pueden ofrecer beneficios adicionales en procesos inflamatorios agudos, pero
como la mayoría de los procesos son crónicos y no inflamatorios, no hay muchos
datos que refuercen el uso de AINE frente a otros analgésicos sin efecto
antiinflamatorio(Wilson 2005 en TURMO).
Aunque hay pocos datos que demuestren la efectividad de las
ortesis, no causan daño y son ampliamente utilizadas. Consisten en una
banda de material elástico alrededor de la rodilla que comprímela tendón
patelar. Esto altera las fuerzas mecánicas que cruzan el tendón, lo que
disminuye las vibraciones y la tensión, y produce alivio del dolor.
Los
deportistas con clínica de más de doce meses y/o clínica severa, raramente se
rehabilitan en menos de 3 meses, y normalmente necesitan más de 6 meses para
hacerlo adecuadamente. Aquellos con poca clínica normalmente pueden retornar
rápidamente a la práctica deportiva, pero debe ser corregido cualquier déficit
en fuerza o de elasticidad, así como los patrones anormales de carga.
Cuando no
hay mejoras se pueden utilizar otros medios terapéuticos como las infiltraciones
con corticoides. La infiltración intratendinosa está totalmente proscrita,
dada la posible rotura del tendón. Solo se utilizarán en los casos de
paratendinitis y en un máximo de 3 separadas entre sí 7-10 días(OLIVÉ).
Hay otras
opciones terapéuticas basadas en la inyección guiada, mediante ecografía con
Doppler color, de sustancias para la esclerosis de los neovasos
(polidocanol al 1% o al 2%).
El
tratamiento conservado se puede dividir en tres fases:
1ª fase: control del dolor. Crioterapia, reducción de la
carga de trabajo, medidas farmacológicas y físicas con finalidad analgésica y
antiinflamatoria.
2ª fase: recuperación de la potencia y de la función.
Medidas para mejora de la función musculotendinosa y de la capacidad de
absorción de impacto, ortesis.
3ª fase. Readaptación motora. Medidas específicas de
rehabilitación
QUIRÚRGICO
El
tratamiento quirúrgico sólo está indicado si un tratamiento conservador
prolongado y bien realizado durante un mínimo de seis meses falla, y en roturas
totales o parciales considerables.
La técnica quirúrgica
comúnmente utilizada consiste en realizar incisiones longitudinales globales
del tendón rotuliano (“peig-nage”) junto con perforaciones del polo inferior de
la rótula, así como extirpación de las calcificaciones si las hubiese.
A partir del cuarto mes tras la intervención
se produce la reincorporación a la actividad deportiva, no permitiéndose la
competición hasta los seis meses.
PREVENCIÓN
La
prevención es un factor fundamental y la mayor parte de las lesiones por
sobreuso pueden ser prevenidas con adecuados entrenamientos y sentido común.
Como medidas a observar podemos citar:
·
Corrección
de los factores desencadenantes: errores del gesto deportivo, alteraciones
metabólicas (hiperuricemia), déficit de hidratación, corregir anomalías
anatómicas y alteraciones de mal apoyo plantar, utilización material deportivo
correcto.
·
Aumento
progresivo de las cargas de entrenamiento. En general se puede seguir la regla
del 10%: no incrementar el programa de entrenamiento más del 10% por semana,
porque esto permite al organismo una adecuada recuperación. El 10% se aplica
tanto en el incremento de km en corredores como en la cantidad de peso a añadir
en los programas de entrenamiento de fuerza y resistencia.
·
Strapping
con descenso de la rótula, difícil de conseguir durante la actividad deportiva
pero si como vendaje preventivo fuera de ella, ya que deja en reposo al tendón
y la rodilla en extensión
·
Entrenamiento
de fortalecimiento en pretemporada
·
Calentamiento
y estiramientos apropiados
·
Evitar
las cuestas muy pronunciadas
·
Cuidar
la modificaciones del equipamiento y material
TENDINOSIS DEL RECTO FEMORAL
Esta afección puede producirse como resultado de
golpeos repetidos del balón en fútbol y es habitual en velocistas que comienzan
a entrenar en sesiones prolongadas.
El deportista manifiesta la
presencia de dolor en la región inguinal al golpear el balón o cuando se
intenta una aceleración rápida. En la exploración clínica, se pone de
manifiesto la aparición de dolor con la palpación de la porción proximal del
músculo. La flexión de la cadera o la extensión de la rodilla contra resistencia
producen dolor que irradia hacia la espina iliaca anteroinferior.
El tratamiento, en ambos casos, será similar
al de otras tendinosis.
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